Todo lo que se puede comprender
y podemos pensarlo
y al pensarlo entender,
podemos aceptarlo
y decidir al respecto después.
Si acaso lo juzgamos
corremos el peligro de caer
en el error de odiarlo,
ese riesgo que corre siempre el juez,
que entre quien juzga y quien es juzgado
la línea divisoria es de papel.
¿Qué es lo bueno o lo malo?
¿qué se debe o no hacer?
¿qué es dañino o es sano
para quien no sea usted?.
Cada cual que decida
en sí mismo qué quiere para él;
cada uno que elija
el camino que quiere recorrer
y que lo ande sereno;
sea el que sea, que lo ande en libertad,
sin escuchar murmullos a lo lejos
y a la vez sin tampoco murmurar.
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